Describe el desorden y la inseguridad en la penitenciaría de La Victoria la vergüenza de que solo hayan sido identificados cuatro de los 13 muertos durante el incendio en el recinto.

El detalle expone la ausencia de registro y controles con relación a la identificación y clasificación de los presidiarios.

Se sabía que el penal ha operado como un almacén de personas, pero en modo alguno que la incompetencia y la desidia eran tan alarmantes.

Si las víctimas no son identificadas tampoco se sabrán las razones por las que estaban en prisión. Dado que la mayoría de los presos son preventivos es posible que algunos de los muertos llevaran largos años tras las rejas sin saber siquiera las razones de su detención. O tal vez por alguna simpleza que ni siquiera ameritara prisión.

Con la procuradora Miriam Germán a la cabeza se investigará la causa del siniestro, pero no se sabe si se dispondrán medidas sobre la corrupción y la anarquía que se han denunciado en el recinto.

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Porque en La Victoria, no ha de olvidarse, se han detectado hasta centros de tecnología que, para salir de paso, se ha dicho que son operados por reclusos.

Un saneamiento de La Victoria es prioritario, pero también una exhaustiva revisión del sistema penitenciario en el que participen verdaderos profesionales.

Sin olvidar, por supuesto, las sanciones para los responsables del desorden que ha impedido que nueve de los 13 muertos en el incendio todavía no hayan sido identificados.