La inhabilitación de la opositora María Corina Machado como candidata presidencial ha provocado lo que se preveía: que Estados Unidos restablecería las sanciones económicas y el embargo de petróleo a Venezuela.

Aunque el presidente Nicolás Maduro ha dado sobradas muestras de que es un autócrata que no cree en la democracia, acorralarlo con duras sanciones podría ser un error.

Tal vez es lo que procura para propiciar un clima de inseguridad con el propósito de justificar la postergación de los comicios o celebrar una farsa para mantenerse en el poder.

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En su caso las sanciones se han mostrado ineficaces pues no han servido más que para incrementar el sufrimiento de la población. Mejor sería mantener unida a la oposición y presionarlo por otros medios para obligarlo a garantizar unas elecciones libres.

La inhabilitación de María Corina, que marchaba como favorita en las encuestas, no es un tiro de gracia a la oposición, aunque pueda menguar sus posibilidades.

El candidato es importante, pero no el único factor. Otra cosa sería si Maduro aborta el proceso, como haría si lo dejan, para evitar una derrota en las urnas.