Aun cuando se haya dicho muchas veces, es necesario continuar repitiendo que el sufragio como derecho y como deber es importante para la consolidación de la democracia. En este sentido, quiero compartir algunas reflexiones con relación al sufragio femenino.
La Junta Central Electoral (JCE), reporta que para las elecciones el padrón general de ciudadanos habilitados para ejercer el voto es de 8,145,548. De este total, 4,177,037. son de sexo femenino, lo que representa el 51.28%, del universo de votantes. Si consideramos que la fórmula para elegir al Presidente es el 50 + 1 del total de sufragantes, llegamos a la conclusión de que solo con el voto de las mujeres se podría elegir el/la presidente/a y vicepresidente/a de la República.
Dicho esto, la importancia del voto femenino debe ser abordado tanto desde una visión histórica, como contemporánea, abarcando dimensiones sociales, políticas y legales.
Si lo enfocamos desde la igualdad de derechos, hablamos del reconocimiento de las mujeres como ciudadanas con los mismos derechos políticos que los hombres. Desde el punto de vista político, el voto femenino permite que las mujeres influyan en la selección de líderes y en la formulación de políticas que afectan sus vidas y las de sus comunidades con una perspectiva de género que garantiza la inclusión.
Desde el punto de vista del desarrollo social y económico, estudios han demostrado que cuando las mujeres participan en política, hay mejoras significativas y alto impacto positivo en diversos aspectos de la vida pública.
Respecto al cambio cultural, es indudable que el voto de la mujer desafía las normas y los roles tradicionales de mujeres y hombres. Promueve una sociedad más inclusiva y democrática, donde ambos géneros pueden contribuir de manera equitativa y ser valorados por igual.
Todo esto nos lleva a un último elemento que es la legitimidad democrática, la cual debe ser analizada desde la desigualdad que genera un sistema en el que sólo una parte de la población vote. Basado en este principio de legitimidad, jurídicamente el voto de la mujer se reviste de mayor importancia.
Recordando nuestra historia tenemos necesariamente que remontarnos a los aportes de las primeras mujeres dominicanas que levantaron sus voces inspiradas e insertadas en los principios del movimiento mundial surgido en el siglo XIX, llamado sufragismo, siendo ellas las que iniciaron el reclamo para que los derechos civiles y políticos de la mujer fueran reconocidos. Esta ideología, de gran trascendencia para lograr que las mujeres tuvieran derecho al voto, fue indiscutiblemente un factor decisivo para elevar la calidad de la democracia del país. Es en honor a ellas que el decreto no. 132-23 declara el 16 de mayo de cada año Día de las Sufragistas.
Por eso, invito a cada dominicana a salir a votar, como una exaltación a los esfuerzos y sacrificios de las primeras dominicanas que dieron ese paso inicial, tan necesario en toda transformación social. Hagamos un reconocimiento a las mujeres que nos precedieron y pusieron su intelecto y fuerza para que el género femenino alcanzara el derecho a expresar su voluntad política en las urnas.
Por: Rosa Fior D’Aliza Pérez
rosapdeg@hotmail.com