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QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Control migratorio

Por: Rafael Ciprián

El Estado que no ejerce con eficiencia y eficacia, conforme a su ordenamiento jurídico, el necesario control migratorio, más temprano que tarde, termina perdiendo su soberanía territorial. Por eso apoyamos al presidente Luis Abinader en las medidas que está tomando.

Esa es una verdad de Perogrullo o casi axiomática. Esto así porque lo que no se cuida siempre se pierde, como todo lo que está vacío, busca llenarse.

En todo momento, alguien quiere  o necesita lo que otro abandona. La cosa de nadie es una ficción jurídica que solamente se aplica a casos muy excepcionales. Además, la Naturaleza tiene como ley implacable que no existan espacios vacíos, algo o alguien deberá ocuparlos.

Y el control migratorio en nuestro país tiene una trascendencia vital para la nación dominicana. Sobre todo, porque compartimos la isla, en la parte occidental, con la mal llamada República de Haití, ya que no es una república, debido a que no cuenta con un Estado ni tiene instituciones políticas que funcionen de manera civilizada, ni los haitianos constituyen una nación, sino un conglomerado humano sin orientación ni sentido moderno.

También el hermano pueblo haitiano sufre permanentemente la indolencia de sus élites, esa minoría de golosos y acomodados que pretenden representar y dirigir a un pueblo que niegan con sus hábitos, gustos y preferencias franceses y europeos. Más aún, que desprecian en cada uno de sus actos y que exprimen sin contemplación. Y en las condiciones actuales de miseria, violencia y desamparo que padecen los hijos de Dessalines, sobreviven por milagro.

Los haitianos tienen la urgente necesidad de salir corriendo de su territorio. Y sus posibilidades son muy reducidas. Europa está muy lejos y no los quiere y Estados Unidos de América (EUA), debería ser de Norteamérica, les cierra las puertas y, cuando suelen colárseles algunos, los deportan sin miramientos. Entonces, los haitianos tienen la opción de tirarse al mar y ahogarse sin remedio o pasar a la parte oriental de la isla, a nuestro terruño, sin importar que tengan que cruzar el río Masacre a pie, como nos narró el novelista Freddy Prestol Castillo, o por donde sea. Sabemos que todo lo que existe está obligado a seguir existiendo, y ellos no se van a dejar morir sin procurar la forma de mantenerse vivos.

Se sabe que la comunidad internacional, con EUA, Francia y Canadá a la cabeza, se han cruzado de brazos frente al gigantesco caos social y político de Haití. Ellos, que tanto beneficios les han sacado a los desafortunados haitianos, hoy los dejan al garete. Se podría pensar que desean que la crisis toque fondo y que afecte y desestabilice a nuestro país, para luego buscarle, como la gatita de María Ramos, una solución que incluya a la isla completa.

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