Las denuncias en torno a la Cámara de Cuentas, un órgano fundamental en la lucha contra la corrupción, tienen que aclararse sin la menor pizca de duda.
La opinión pública no puede estar a expensas de versiones, interesadas o no, sobre problemas internos que limitan y desacreditan el trabajo de la entidad.
Ha trascendido la carta de las empleadas Bella García Paulino y Virginia Correa Jiménez a la secretaria del organismo, Tomasina Tolentino, en la que acusan al presidente de la Cámara de Cuentas, Janel Ramírez, de acoso sexual.
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Pero conforme a las versiones los problemas internos van más allá de acoso sexual.
Se asegura que tienen que ver con auditorías que comprometen a exfuncionarios en irregularidades en el desempeño de sus funciones.
En el conflicto han aparecido incluso los nombres del exministro de Hacienda, Donald Guerrero, y del senador Félix Bautista.
La secretaria del órgano, Tomasina Tolentino, se inhibió de un caso alegando que había laborado en Hacienda durante la gestión de Guerrero.
Además de Ramírez y Tolentino, la Cámara de Cuentas la integran María Catano Ramírez, Mario Arturo Fernández y Elsa Peña. La investigación que se propone la Cámara de Diputados tiene mucha tela que cortar, pero no debe dejarse ningún cabo suelto.