Los más de 100 muertos durante un bombardeo de Israel a una escuela que operaba como centro de refugiados en Gaza no solo amplifica el horror de la guerra, sino que urge la intervención de las potencias para alcanzar un alto al fuego.

Los más de 40 mil muertos causados por los feroces ataques del Gobierno israelí son una cantidad espantosa, que compromete la hegemonía de Estados Unidos y las potencias aliadas con acciones más eficaces para detener la masacre.

La última matanza es más perturbadora porque eleva las tensiones sobre una escalada en Medio Oriente a raíz de la amenaza de Irán de vengar el asesinato por el gobierno israelí en su territorio de un alto líder del grupo terrorista Hamás.

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Como en otros ataques a centros de refugiados en que han perecido ancianos, mujeres y niños, el gobierno de Benjamín Netanyahu ha alegado que su blanco eran líderes de Hamás ocultos en el recinto.

Irán, que pertenece al eje que integran China y Rusia, busca motivos para atacar a Israel. Tratándose de dos Estados que se odian y que ambos tienen bombas nucleares la intervención de las potencias es necesaria para detener las matanzas de Israel en Gaza, y de esa manera bajar las tensiones en la convulsa región.

Estados Unidos, que favorece un alto al fuego, tiene los medios para hacer que Netanyahu entre en razones. Si esa guerra, que parece más bien de exterminio del pueblo palestino, no se detiene, entonces, ante tanto horror, que Dios nos agarre confesados.