No basta con irse al cafetal y recoger las bayas que pare el cafeto, es preciso quitar las cáscaras que envuelven las semillas para que estas sean secadas, despojadas de una película (cascarilla) que las cubre y luego tostadas y molidas. Hecho polvo es como debe llegar a la cocina.
Moler café se ha impuesto sobre majar café, expresión empleada en los hogares humildes con acceso a pequeñas cosechas para consumo. El pilón de majar café tostado -fui testigo de ello- no se usaba para otros fines, aunque el pilón en el que se despulpaba el grano de café fuera el mismo de descascarar arroz.
A nivel industrial, a la tostadura de café se le llama torrefacción, que deriva del latín “torrefacere”, lo cual significa precisamente ‘tostar’. Ese vocablo latino no ha originado verbo en español, por eso la voz torrefacción se define “Tostadura, especialmente la del café”. En este caso, el Diccionario no emplea la introducción “Acción y efecto de…”, como se estila en la definición de sustantivos formados a partir de un verbo y la terminación -ción.
El Diccionario de la lengua española no recoge el vocablo “torrefactor”, empleado en ocasiones por la prensa para referirse al propietario de una factoría de café. Después de molido, ¿qué hacer con el café sino colarlo? Ha sido tradición preparar la infusión a partir de verter agua caliente en una manga de tela en la que se depositó previamente café en polvo. Colar se define como “Pasar un líquido por una manga, un cedazo o un paño”.
Y cuando el café es preparado en un utensilio de metal, que puede ser, incluso, eléctrico ¿con qué palabra citaremos esa acción? Nada como el verbo /colar/. Lo que tenemos en la conciencia es que preparar café, pasarlo de polvo a líquido, es colarlo. El paño ha sido llamado colador, pero el Diccionario ha preferido definir a coladero: Manga, cedazo, paño, cesto o vasija en que se cuela un líquido.
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El utensilio que ha sustituido el colador en los hogares dominicanos se denomina /greca/. La voz procede del latín y del griego. Tiene varias acepciones y la tercera dice que en Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela se llama así a un “Aparato para preparar la infusión del café, usado especialmente en sitios públicos”.
Algunos llaman /cafetera/ a la greca, pero este vocablo que además de sustantivo es adjetivo (cafetero, cafetera) tiene al menos ocho acepciones relacionadas con el sabroso néctar negro. Veamos:1. adj. Perteneciente o relativo al café.2. adj. Dicho de una persona: Muy aficionada a tomar café. U. t. c. s.3. m. y f. Persona que en los cafetales tiene por oficio coger la simiente en el tiempo de la cosecha.4. m. y f. Dueño de un café (? establecimiento).5. m. y f. Persona que vende café en un sitio público.6. m. y f. Persona que negocia en café.7. m. y f. Bol., Col. y Ven. caficultor.8. f. Recipiente para preparar o servir el café.
La palabra café nos ha llegado del italiano “caffe”, este del turco “kahve”, y este del árabe “qahwah”, según explica el Diccionario académico. Tanto se llama café a la semilla del cafeto, a la bebida que se hace por infusión con el grano tostado y molido, a la taza o vaso en que se sirve como al establecimiento donde se vende y toma café. Una vez colado y sorbido el líquido, en la greca o el colador queda como testigo la borra o zurrapa. En algunos países la llaman /poso/, pero para nosotros será siempre la zurrapa.